Es como si fuera una paradoja… O bien, simplemente una locura que está
viviendo mi mente. Si tal vez hubiera conocido a María, sabría el por qué el
mundo a mi alrededor da vueltas sin cesar, pero jamás me interesó saber de
ella. Solo piensas en medio de la multitud, que sigue de largo mientras te
detienes a pensar. Escuchas y no escuchas la cantidad de ruido que los
autobuses producen; olfateas la cantidad de monóxido que estos sueltan y cuando
alzas la mirada y miras al cielo, te encuentras con miles de rascacielos que
obstruyen la vista de hermosas, altas y
fuertes montañas. Devuelves la vista, y cuando miras de nuevo, las personas
caminan exaltadas y distraídas con sus teléfonos de última generación en mano….
Uno de ellos no se dio cuenta ¡Y cuando despertó! Se encontraba en un hospital
a salvo. Pero ni eso faltó para que la comunicación fuera como antes; ya no nos
vemos las caras, ahora todo está tan frío y seco.
Por un segundo piensas en
una eternidad y justo ahí es donde te das cuenta que nunca mucho fue bastante
¡Y la vida! La vida, es más corta de lo que todos creíamos. Te pasó por delante
y poco fue el tiempo que tuviste para atraparla. Recapacitas. Te preguntas qué
es lo que haz hecho todo este tiempo por el mundo y sales de nuevo a la calle a
buscar árboles u arbustos, pero la cantidad de flora muerta en los últimos 10
años, ha superado a los que se han
plantado. Decides volver a mirar el cielo, esta vez desviarás la vista de los
rascacielos y anhelarás mirar uno tan azul como en las pinturas de arte o los
campos, muy lejos de la civilización. Sin embargo la ciudad no deja de ser un
trajín, un corre, corre, un sinfín de
emociones irritantes y de amarguras ajenas temporales. Al menos respiras, o eso
es lo que tú crees…. Quiero decir ¿Alguna vez haz respirado aire puro y fresco?
o ¿Solo haz escuchado está repetida frase en la televisión? La noche cambia y
el clima también, pero pocos son los que piensan en la cantidad de perros que se encuentran en la calle
refugiándose del frío o de las personas que buscan entre botes de basura comida
para sobrevivir.
Luego me distraigo y miro a
tres metros de mí y unos niños se preparan para una gran fiesta, mientras que
en otra parte del mundo, quizás, hay niños que siguen jugando en las veredas,
buscando materiales que se parezcan a un bate de béisbol Las bibliotecas están
vacías, porque muchas de ellas fueron remplazadas por cybers-café. Ya no se
acordaban de los pequeños detalles; una rosa era insignificante al lado de extravagantes obsequios. Nos
encontramos en “Plena Cultura del Envase” donde todo lo demás importa más que el mismo
ser o sentimiento. Te das cuenta que tu temor más grande no es morir, sino de
preocuparte por cual será el mundo que le dejarás a tus hijos y nietos… Y
después de tanto pensar, solo te preguntas: ¿Qué dibujarán los niños del
futuro, cuando deseen pintar? Serán edificios altos, automóviles modernos, un
cielo gris y un mundo lleno de tecnología ó decidirán pintar ese paisaje verde
con flores de colores, un cielo azul y un arcoíris que simboliza el despertar
después de una tormenta de un renacer
esperanzador.
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