viernes, 9 de noviembre de 2012

Los Tiempos que vivimos

     Es como si fuera una paradoja… O bien, simplemente una locura que está viviendo mi mente. Si tal vez hubiera conocido a María, sabría el por qué el mundo a mi alrededor da vueltas sin cesar, pero jamás me interesó saber de ella. Solo piensas en medio de la multitud, que sigue de largo mientras te detienes a pensar. Escuchas y no escuchas la cantidad de ruido que los autobuses producen; olfateas la cantidad de monóxido que estos sueltan y cuando alzas la mirada y miras al cielo, te encuentras con miles de rascacielos que obstruyen la vista de  hermosas, altas y fuertes montañas. Devuelves la vista, y cuando miras de nuevo, las personas caminan exaltadas y distraídas con sus teléfonos de última generación en mano…. Uno de ellos no se dio cuenta ¡Y cuando despertó! Se encontraba en un hospital a salvo. Pero ni eso faltó para que la comunicación fuera como antes; ya no nos vemos las caras, ahora todo está tan frío y seco.

       Por un segundo piensas en una eternidad y justo ahí es donde te das cuenta que nunca mucho fue bastante ¡Y la vida! La vida, es más corta de lo que todos creíamos. Te pasó por delante y poco fue el tiempo que tuviste para atraparla. Recapacitas. Te preguntas qué es lo que haz hecho todo este tiempo por el mundo y sales de nuevo a la calle a buscar árboles u arbustos, pero la cantidad de flora muerta en los últimos 10 años, ha superado a  los que se han plantado. Decides volver a mirar el cielo, esta vez desviarás la vista de los rascacielos y anhelarás mirar uno tan azul como en las pinturas de arte o los campos, muy lejos de la civilización. Sin embargo la ciudad no deja de ser un trajín, un corre, corre,  un sinfín de emociones irritantes y de amarguras ajenas temporales. Al menos respiras, o eso es lo que tú crees…. Quiero decir ¿Alguna vez haz respirado aire puro y fresco? o ¿Solo haz escuchado está repetida frase en la televisión? La noche cambia y el clima también, pero pocos son los que piensan en la cantidad de  perros que se encuentran en la calle refugiándose del frío o de las personas que buscan entre botes de basura comida para sobrevivir.

      Luego me distraigo y miro a tres metros de mí y unos niños se preparan para una gran fiesta, mientras que en otra parte del mundo, quizás, hay niños que siguen jugando en las veredas, buscando materiales que se parezcan a un bate de béisbol  Las bibliotecas están vacías, porque muchas de ellas fueron remplazadas por cybers-café. Ya no se acordaban de los pequeños detalles; una rosa era insignificante  al lado de extravagantes obsequios. Nos encontramos en “Plena Cultura del Envase”  donde todo lo demás importa más que el mismo ser o sentimiento. Te das cuenta que tu temor más grande no es morir, sino de preocuparte por cual será el mundo que le dejarás a tus hijos y nietos… Y después de tanto pensar, solo te preguntas: ¿Qué dibujarán los niños del futuro, cuando deseen pintar? Serán edificios altos, automóviles modernos, un cielo gris y un mundo lleno de tecnología ó decidirán pintar ese paisaje verde con flores de colores, un cielo azul y un arcoíris que simboliza el despertar después de  una tormenta de un renacer esperanzador.

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