Todo el mundo puedo decir que su vida es
miserable, incluso, yo misma llegue a decirlo. Pero es como decía él ¿Viste?
Solo necesitas de ese impulso de energía para darte cuenta de que todo lo que
necesitabas se encontraba en tus propias manos y que a partir de ahí, solo tú
decidías que hacer con ello. Pero tal
vez, es en ese preciso instante cuando descubres que todos los errores no son
más que tus propias acciones y que aunque no todas pueden ser reparadas,
tampoco pueden ser repetidas como barajitas de futbol. Era algo curioso, loco y
bueno… sin explicación, pero una vez que te das cuenta que la vida no es más
que un juego con reglas e instrucciones que debemos seguir, ya sabes que
desistir no es la mejor opción y que si tan solo decides continuar hasta el
final sin darte por vencida, la
recompensa llegará a ti en el momento que menos lo pienses. ¡Si! Así me pasó a
mi, y tuve la oportunidad de volver a nacer ¿Saben? A veces es imposible de creer, pero… ¡Es
cierto! La vida está llena de magia, felicidad y placer. Solo necesitamos de una
llave que nos abra las puertas del alma y así tener la certeza de que vivir es
un verdadero arte.
En las películas siempre había un
personaje que deseaba morir, uno de esos que creía que nada bueno hacía en la
faz de la tierra, pero que después algo increíble sucedía logrando cambiar la
trama de la historia. Pues, algo parecido me sucedió a mí, y bueno, no es que
mi vida sea una película de Hollywood llena de tragedia, romance, acción y
drama. Pero estaba segura de que tenía
ese toque mágico que todos los cineastas colocaban en sus películas para
ganarse aquella deseada estatuilla de los premios a la academia.
Hace dos años tenía un novio, ese con el que crees que
estarás el resto de tu vida. Lamentablemente no fue así; y ahí es cuando te das
cuenta que aunque las personas se
marchan sin saber por que, sabes que de
una u otra forma estarán siempre a tu lado guiándote hacia ese camino que es
correcto. No era una mujer divertida y
mucho menos con ganas de festejar todo el tiempo, se podría decir que tenía un
humor del asco. Todas las mañanas cuando salía al trabajo, se escuchaba a los
vecinos murmurando entre ellos: “¡Miren! Ahí viene Ana María, amargada como
siempre. Al parecer se volvió a pelear con la vida” ¡SI! Eso se decía de mí, y no es que lo vaya
a desmentir, la verdad es que estaban en lo correcto. Sin embargo, poco me importaba lo que se comentaba de mí
en el pasado, se podría decir que nunca tuve amigos en el barrio, siempre jugaba sola en casa y durante
mi adolescencia me mantenía en mi
dormitorio estudiando y leyendo. Casi no recibía postales ni tarjetas de
felicitación en mi cumpleaños o en Navidad y bueno, tampoco asistí a mi fiesta
de graduación durante el preparatorio. “No necesito de nadie, puedo con mi
fracasada vida yo sola” ese era mi lema. Pero a pesar de todo había alguien que
me hacía ser una mejor persona, alguien que sabía realmente quien era yo y que
a pesar de las circunstancias podía entenderme y nunca juzgarme. Ese era
Santiago, una de las personas que mas ame en mi vida, junto a él estaba
dispuesta a formar una familia, esa con la que uno siempre sueña. Mi mente se
desviaba cuando estaba a su lado, es
decir, Santi era la paz, la tranquilidad, pero
principalmente era mi equilibrio; ese bienestar que lograba consolidar
al final de la tarde cuando salía del trabajo y él me esperaba afuera siempre
con una sonrisa y dispuesto a sorprenderme.
“Tienes que descubrir ese acertijo que el día
a día te trae, tal vez te consigas con cosas increíbles” eso decía Santiago, de
hecho, lo repetía contantemente sobre todo cuando estaba de mal humor, lo cual
debo decir era casi siempre. Me hubiera gustado amar la vida, tanto como a él
desde un principio, nunca le buscaba un lado negativo ante tales circunstancias;
siempre era tan alegre, tan audaz, tan prospero y decidido de si mismo. Eso era
lo que yo no era y por más que me esforzaba a serlo, terminaba por amargarme
mas la vida por razones que no tenían sentido alguno. Sin embargo, es ahora que
entiendo más todo y sé que nunca es demasiado tarde para cambiar.
Algo terrible me ocurrió hace dos años,
no se con exactitud como transcurrieron los hechos, pero fue lo que me
comentaron mis padres. Supe que estaba embarazada, ese momento si lo recuerdo
perfectamente, ¡Nunca estuve tan feliz! Enterarme que alguien a quien yo ya
amaba crecía dentro de mí fue lo más hermoso que me pudo haber pasado. Sin
embargo, no se como, no se por qué… Pero una mañana cuando despierto y voy al
baño comienzo a sangrar, así que me fui de emergencia a la clínica, donde los
médicos me habían dado la noticia de que había perdido al bebé por medio de un
aborto espontáneo. No se si la gente podía interpretar el dolor que sentí en
ese instante ¿Alguna vez les ha pasado? Quiero decir, toda persona que haya
estado en la misma posición sabe que puede ser uno de los más bajos momentos
que a una mujer le puede pasar. Aunque…
tal vez haya sido una persona muy egoísta, solo pensaba en mi y en como me
sentía, pero… ¿Y Santi? Él se sentía igual de mal y aun así solo le preocupaba
mi bienestar; pensó en mí más que en nada y yo, ni siquiera me había tomado la
libertad en preguntarle como se sentía.
Estaba disgustada, enojada, enfrentada ante
la vida misma. ¿Por qué me sucedía este tipo de cosas? Es que, ¿Nada bueno
puede pasarme? Yo no quería seguir viviendo, por más que lo intentaba no
lograba hallar ese esplendor de luz que llenaba de alegría todo mi existir.
Todo el mundo me lo repetía, ¡Por supuesto que si! Constantemente, como esa
famosa canción que no deja de sonar en la radio: “La vida tiene altos y bajos,
pero no puedes quedarte en el piso ante la primera caída” sin embargo, ¡No
escuchaba! Estaba totalmente sorda, como cuando le hablas a un niño y le
explicas una compleja ecuación matemática, él oirá cada una de las palabras,
pero jamás entenderá lo que tratas de decir, bueno, ¡Así me encontraba!...
Quería que la misma tierra me tragara, que una bala perdida me traspasara a mí
o que simplemente una mañana cualquiera yo no despertara. En pocas palabras, no
quería seguir viviendo.
Dos semanas después del incidente, había
despertado decidida a que ya no quería continuar con esta farsa, este juego que
nunca quise jugar. Y bueno, tal vez pude haber sido más creativa en aquel
momento, pero es hoy en día que agradezco que otras insensateces no se me hayan
pasado por la cabeza. Cuando despierto, salgo de casa y
espero a que el semáforo de la señal del paso al conductor. Ese era mi plan.
Colocarme en medio de toda la calle y esperar a que un auto me llevara por
delante. Aun así, algo no se me había pasado por la cabeza en ese instante.
Santiago tenía la costumbre de irme a buscar todas las mañanas para irnos
desayunar juntos. Ese día se me había olvidado en lo absoluto; así que, poco
antes de que el auto me atropellara por completo, Santi se percato de lo que
quería hacer y corrió rápidamente para echarme a un lado. No fue lo mejor y
cuando lo recuerdo sigo arrepintiéndome de tal locura. No tengo idea de que fue
lo que paso y… creía que este tipo de cosas solo ocurría en la televisión,
pero… Había escuchado que el verdadero amor es aquel que da la vida por los que
ama. Yo tuve el placer de tener un verdadero amor. Sin embargo, si llegara a
tener el poder de retroceder el tiempo, lo haría sin pensarlo dos veces.
Parecía que todo hubiera pasado en un día
¡PERO NO! ahí es cuando te das cuenta del milagro de la vida y por supuesto,
miles de preguntas sin explicación que se te pasaran por la cabeza. Cuando
despierto una mañana, despierto en una clínica, pero un año después de lo
sucedido. En seguida, veo como las enfermeras corren exasperadas buscando al
doctor y gritando: “¡Doctor! ¡El paciente ha despertado, el paciente ha
despertado!”- ¡ESPEREN! ¿El paciente? ¿Qué era lo que estaba ocurriendo? El
Doctor comienza a examinarme y veo como mis padres corren hasta la habitación
felices. No entendía nada de lo que estaba pasando, no comprendía la felicidad
en los rostros de las personas.
-¿Qué está pasando? No entiendo porque
están tan felices, ¿Qué pasó mamá? ¿Dónde está Santiago?- dije un tanto
exaltada, apunto de explotar.
-¡Tranquila
cariño! Todo está bien ahora y podrás continuar con tu vida- Casi nunca
entendía la paciencia de mi madre, cuando ella te hablaba era como si un grupo
de querubines estuvieran a tu alrededor tocando el arpa. Era una gran persona y recuerdo que desde pequeña siempre quise ser
como ella: Tan dulce, elegante, sencilla, buena, amorosa ¡SI! La mujer
perfecta. Es por eso que mi padre decidió casarse con ella, él era un hombre
muy audaz ¡Y lo mejor! Ha amado como nunca hasta el último momento de su vida.
Mis padres siempre lucharon por mí, era
todo lo que tenía y estaba completamente agradecida por eso. Sabían cuando y
como decirme las cosas. Y es que… ¡Aun es increíble que haya estado en coma
todo un año!
-Esto
es un verdadero milagro hija, Dios aun tiene una misión para darte en este camino-
Repetían mis padres, aun felices de que yo al fin haya despertado. Todavía no
lo comprendía ¿Si yo deseaba morir? Entonces… ¿Por qué aun sigo viviendo?
¿Acaso algo magnifico me sucederá de una vez por todas? No lo se tal vez si,
tal vez no. Pero de lo que si estaba segura era que nada sería como antes.
Santiago era mi fuente de energía y continuar sin él sería difícil. Había dado
su vida por mi ¿Saben? Y sentía que no podría volver a encontrar a alguien como
él, que me mantenía segura y por sobre todo muy feliz.
Fue devastador la
primera vez que tuve que ir a visitar su tumba. ¡No quería! ¡No podía! Pero tenía
que hacerlo. Así que, asistí al cementerio un día donde la gente estuviera
sumamente ocupada como para tener tiempo para orarles a sus seres queridos.
Había comprado tulipanes y no es que a mi me encante, pero Santiago decía que
eran las flores más hermosas, únicas y autenticas. Poco comunes, y eso, las
hacia especiales. Una vez que llegué hasta el lugar donde estaba sus restos,
miles de imágenes pasaron por mi cabeza; todas eran hermosas, hasta que leí la
fecha de muerte en su placa… ¡QUE ESTÚPIDA FUI! Nada de esto hubiera pasado si
yo no hubiera cometido aquella locura un 5 de Agosto. Pero ya nada podía hacer.
Solo me arrodille a llorar y decirle que nada sería igual sin él, que desearía
que esto hubiera pasado o que por lo menos estuviéramos juntos en la tierra o
en el cielo. Santi no deseaba verme así ¡NO! ¡JAMÁS! Él siempre hubiera querido
lo mejor para mi, volver a enamorarme, hacer una familia y continuar con mi
vida siendo feliz, teniendo la certeza de que siempre estaría a mi lado pase lo
que pase. Pero yo no quería, ¡Estaba resignada! Cerrada ante cualquier tipo de
emoción ¡Y NO! ¡No quería dar brazo a torcer!
Cuando me marcho del cementerio algo
inusual me había pasado, justo antes de irme se me cruzó un patinetero mientras
conducía.
-¡¿ESTAS LOCO O QUE?! ¿Cómo te vas a cruzar
en medio del camino eh? ¿Acaso no respetas al conductor?- Le dije al hombre que
intentaba volver a ser un niño a quien le gusta patinar.
-
Disculpe, pero es usted quien está mal ¿Sabes?-Dice el hombre intentando
callarme- Es paso peatonal y claro, ¡Por supuesto que respeto al conductor! Yo
también conduzco ok. Pero el que prefiera andar en patineta es otra cosa- debo
decir que enseguida me puse de muy mal humor. Así que arranque con el auto y me
fui, para no tener que discutir más. A pesar de todo, el hombre intentó ser
educado expresando que tuviera un buen día. No tenía ni la menor idea de que
por que un patinetero se encontraba en el cementerio aquel día. Evidentemente
estaba que explotaba, agarran todos los lugares que les plazcan para hacer una
de sus tantas maniobras. ¿Qué acaso no respetan a los muertos? ¿Qué es lo que
se les pasa por la cabeza cuando deciden interrumpir el descanso de ellos? Al
menos eso era lo que yo creía. Procure no darle tanta importancia al asunto y
seguí con mi rutina de siempre, intentando no amargarme más el día.
A veces me pongo a pensar por que la vida
da tantas vueltas, que a pesar de ello ¡Son perfectas! Y saben el momento
indicado para darlas. Al principio creí que era un espantoso karma, ¡Pero no es
así! Una mañana mientras caminaba para ir al supermercado me tope con el
patinetero del cementerio, en seguida le lance una mirada para que se apartara
de mi camino.
-Mi día era esplendido, hasta que me tope
contigo. Si me disculpas, estoy apresurada como para quedarme a hablar de cosas innecesarias- Le dije al
hombre para que no intentara cruzarse por mi camino más nunca.
-¿Siempre
eres así de amargada? ¡Oye! Yo no te conozco pero la vida está llena de magia
¿sabias? ¡Vamos sonríe! Te escondes detrás de esos lentes y ese moño. ¡VIVE,
RESPIRA! – Dice el hombre, la verdad no se que intentaba. Sentía que se burlaba
de mi; como si el supiera lo que me había pasado.
- ¡La
vida está llena de magia!- Dije con gran ironía- ¡Por supuesto que si! Tanta
magia que la misma hace que desaparezca. Hágame un favor y deje de meterse en
mi vida, usted no sabe por lo que yo pase ¿Ok?
Antes de partir el hombre me tomo del
brazo muy suavemente y me dijo que aunque no supiera quien era yo, si estaba
dispuesto a saberlo y a no juzgarme fuese lo que fuese.
-Mi
nombre es Javier. Y debo decir que es un placer tropezármela todo el tiempo.
Tengo 26 años y vivo una vida totalmente extrema en plena libertad.
¿En plena libertad?-pensé- ¿Acaso este
chico quiere provocarme infartos en medio de todo lo que hace? Sabía que no
tenía malas intenciones, pero debía dejarle los puntos claros:
-Yo no
vivo una vida agitada ¿Comprendes? Todo eso me enferma, me produce migraña. Así
que no intentes cambiarme- Tal vez, no fue la mejor manera de hablarle a
Javier, me precipite un poco y dije cosas que él jamás hubiera intentado- Por
cierto, mi nombre es Ana María.
Me costo mucho tratar con Javier, estaba
devastada por lo que me había ocurrido y conocer gente nueva no estaba en mis
planes. Sin embargo, con el pasar de los días me fui divirtiendo con él, me
invitaba a salir, me hacía reír y hasta me enseño a usar su patineta. Mi vida
cambio por completo. Ya no usaba esos feos trajes de señora, ni miraba a la
gente mal en la calle. Era como si… hubiera vuelto a nacer. Su compañía me
sirvió de mucho y sin darme cuenta, ya nos habíamos convertido en una excelente
pareja.
A pesar de todo, Javier sabía lo mucho que
significaba Santiago en mi vida. Podría decir que es un poco parecido a él.
Nunca deja de escucharme ni mucho menos de estar a mi lado. Había conseguido a alguien que me llenaba de
luz. Y bien, estaba segura por primera en mi vida. Así que un día decidí que
dejara de ser yo la que necesitaba de contemplación y hable con Javier. Sabía
que algo lo perturbaba, lo mantenía triste y un tanto encerrado y aislado de
las personas. Necesitaba ayuda, y yo, estaría dispuesta a lo que fuera con tal
de sanar sus heridas. Tal vez tenía que ver con su padre, ¡De eso estaba
segura! Hace unos días me había confesado que se encontraba aquel día en el cementerio
visitándolo. Casi no me hablaba de él, no sabía si era una buena o mala
persona; tan solo que había fallecido casi al mismo tiempo que Santiago. Luego
de una extensa charla dijo lo que por fin me hizo entender el por qué de sus
sentimientos.
-Soy igual a él ¿Sabias? La misma actitud,
los mismos gestos, patinar y bueno...
igual de borracho. Y, no quisiera que me pase lo mismo; a pesar de todo era un
gran tipo. Y bueno, tal vez esto le sucede a todo el mundo pero, aun no supero
el que se haya marchado. Era mi compañero, mi amigo y nadie podrá cambiar eso.
Ame más a mi padre que a nadie. Murió en un accidente, él estaba manejando y el
volante se le fue. Sin embargo, debo
seguir con mi vida, soy lo que soy gracias a mi padre y eso nadie lo cambiará.
Es curioso, pero por alguna razón algo nos
había unido a Javier y a mí. Ahora más que nunca sé la razón por la cual seguí
viviendo después de aquel accidente. Tenía que darme cuenta de las maravillas
de la vida y agradecer cada segundo. No dude ni un instante cuando regrese al
cementerio a visitar a Santiago, está vez estaba feliz, renovada y dispuesta a
luchar. Le conté todo lo que me había pasado. Que había conocido a un chico del
cual me enamoré, que estaba sumamente contenta y que todos los días lo recuerdo
como si hubiera sido ayer. Sé que eso era lo que él quería para mí más que
nunca, que siguiera con mi vida y descubriera el milagro de ella. Mil veces me lo pregunte desde niña ¿Saben no? Si
la magia existía, hoy estoy segura de que siempre estuvo conmigo desde un
principio, y que de ahora en más, cada vez que mire al cielo y observe las
nubes tan cerca de mí, sabré que alguien muy especial sonríe para mi,
regalándome siempre esa luz que me ilumina en lo más profundo de mi alma.
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