martes, 15 de noviembre de 2011

Entre las confesiones de Brithany Gardner

       El vapor del calor, producto de la cantidad de fuego provocado por una fuerte excitación. Cuerpo con cuerpo; suavidad, ternura, sensibilidad, pasión, todo esto conllevaba a una fuerte aceleración de orgasmos seguidos. Está era mi confesión que jamás había sido vivida hasta ahora.
     Sentía como si un demonio tentara en mí. Ese demonio sabía como usarme, conocía perfectamente donde señalarme: Mi debilidad, mis tristezas, mis sentimientos. Ese demonio tenía el disfraz de la figura más deseada; una ternura capaz de cautivar como los conejos a una niña. Una frescura como la brisa del campo, en una tarde de un bosque otoñal. Transmitía la sensación de lo clandestino, lo peligroso, lo aventurero y lo prohibido. Era como su títere, solo ella podía manejarme, y yo, era capaz de obedecer las ordenes de aquel cuerpo que en mi intentaba descubrir lo extraño.
     ¿Es como una paradoja esto no? Saber que antes para ti negro es negro y blanco es blanco, pero que no existiría escala de grises. Pero lo que uno menos se imagina es la mezcla, o preferir lo que para algunos era grotesco.
    Mi único interés era hacia el arte, pero ella, era el arte más bello. Era la musa de las creaciones satisfactorias, que alguna vez había podido pasar por mi mente. Podía existir y describir una mezcla de lo creativo: Tenía la belleza de la poesía, la sensibilidad del arte escénico, la motivación de la música y el tesoro de un libro clásico. Un libro que podría leer siempre y descubrir algo más allá de las letras. ¡Si! Era el arte más completo que por años anhele buscar.
     Por primera vez me hubiera convertido en una de las más grandes escultoras en los últimos momentos. Detalle por detalle, fui capaz de tallar al más perfecto cuerpo de todos… ¡El de la mujer! De aquella mujer demoniaca sensible y cautivante, que encontró lo que para mí era totalmente oculto.   Fue mi primera obra y la más hermosa; una figura esplendida en todo su sentido en cuanto a belleza. Y es que… Encontré lo que buscaba: Era la inspiración, el demonio, la tentación, la poesía, en pocas palabras era la perfección, esa perfección más allegada a todo lo que rodeaba el mundo; somos nosotras las perfectas, pero jamás lo supe hasta ahora. Era como difícil de explicar, parecía ese paisaje campestre lleno de árboles verdes, flores de jazmín y una laguna tan cristalina como el reflejo de un espejo. En él, solo debía agregar la ilusión y la inocencia, para hacer de ese retrato el más popular del artista.
    No conocía el acto sexual más satisfactorio de todos,  hasta que ella me lo mostró. Cumplía fantasías sexuales que alguna vez pudieron haber pasado por mi mente. Fantasías que decidí borrar y hacer de ello, como una simple utopía que no me esmeraba en alcanzar. En esos pasionales y excitantes momentos, provocó en mí una fuerte confusión. Hizo conmigo una revolución, que golpeaba y atacaba a como de lugar, con lo que yo creía. Y yo, ¿Habré permitido el cambio? Esa noche permití que manos ajenas dejaran tocarme, y descubrir que tuve la mejor noche de mi vida.

      Lloraba a gritos ante mi confusión. Amaba lo que me ocurría, pero temía de haber pecado. Cuando llegué al mundo hace algunos años creía que debía seguir las normas de las personas normales…Pero… ¿Quiénes son los normales? ¿Somos heterosexuales y normales? O simplemente es lo que nos hacen creer. ¿Qué es lo que está bien y está mal? Hoy en día no sé que es lo que quiero, no sé si simplemente fue una aventura o si a la larga esto cambiará efectos en mí. Solo sé que viví una experiencia que deseo repetir. ¡Hola! Mi es nombre es Brithany Gardner, y está, es mi confesión.
    

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