Era la noticia mas sonada. Corredores, salones, canchas de baloncesto, hasta incluso en el autobús. Caminaba como acostumbraba observando a la gente: Señas, miradas monstruosas y feroces. Todos en el ambiente, me rodeaban, era como ese centro de atención ¡PERO NO!...Era mucho peor. Era el gran chisme del momento, era esa polémica que no se había oído durante años.
¿Debía sentirme feliz por esto? Había tenido la mejor experiencia con una mujer y ya todos conocían la historia. Dejé de ser lo que todos creían, para caer en bocas asesinas. Sentía un fuerte sentimiento, pero… ¿Qué era? ¿Rabia? ¿Rencor? O tal vez era odio. ¿Cómo es que este sentimiento puede existir? Y… ¿Qué había pasado con todo el arte que había encontrado al fin? ¿En dónde quedó la musa que apasionaba todos mis pensamientos? Y fue haciendo un viaje al pasado que revivía lo que no deseaba olvidar. Se volvió como mi película favorita, parecía una adaptación de “Lo que el viento se llevó” ¡Y FUE TAL CUAL! El viento en un instante arrasó con la ilusión de lo clandestino y la pasión pacífica, como el océano y la calma de la sed.
Perdí aquel camino donde al final se encontraba ese arcoíris que odie tanto de niña. ¿Era posible odiarlo ahora? No podía con la traición, el engaño. Solía repetir en mi cabeza una y otra vez ¿Por qué realizarían promesas que no cumplirían? Fue como lo había prometido mi padre, antes de marcharse; solo tenía 6 años. Él se bajo hasta mi altura y me agarro ambas manos prometiendo que pronto volvería. Fue la última vez que lo vi; mi madre solo decía “que todo estaría bien, que podíamos seguir solas”. Y es que… ¿Es lo que está pasando ahora? ¿Debo pensar que todo salga bien? Y tan solo llorar en lágrimas negras que choreaba mi rostro de un demonio que no sabe actuar.
Las noches, su oscuridad, su brisa y todo el silencio que este abordaba, lograba ahogar mis penas en cigarrillos, un par de hojas rasgadas y un apuntador que transmitía el grito desesperante que se hallaba dentro de mi, y que no lograba que se apartará. Pero además, sentía un fuerte vacío. Sentir el vacío es como no sentir nada, es estar apagada, o mejor dicho actuar como un robot. Por algunos días pensé si era el hambre, del ayuno que tuve los últimos 5 días. Nunca me había sentido así, era una sensación como si por dentro vivieras en el peor infierno. Era una mezcla de sentimientos y vacío al mismo tiempo.
Me había metido en un mundo anormal, rechazado y con miles de rostros que podían engañarte. Cuando entré a este mundo debía abrir los ojos, como si fuera ese esplendido halcón que suele mostrar su libertad en las alturas del cielo. Debía seguir el camino más corto, pero no el más fácil. Comencé a pensar que existía un problema serio en mí, ya no sabía de quien depender; era como si yo, Brithany Gardner viviera en un mundo donde era ese único habitante.
Ahí era donde estaba yo, en mi habitación que convirtió en ese refugio que era mi mundo. Hojas, alcohol, cigarrillos y un par de discos de Mozart que me devolvía al arte. Fue en uno de esos momentos donde fumaba el último cigarro, voltee mi rostro y note el instrumento más conmovedor, ese que me obsequio aquellos inolvidables años. Una vez más, toque el piano como lo hice de niña. Mi cuerpo transmitía esa inspiración y desahogo, ese arte que motivaba mi ser de la belleza que volvió a llenarme de gratitud. Mi pasión dejó que mis manos soltarán su elegancia en una vocación que perduró en mí por mucho tiempo.
Mi alma, mi mente, mi corazón y todas las carnes que estaban dentro, me devolvió al gran amor de mi vida. Pero algo seguía sucediendo… no podía evadir lo que ocurría. Es decir, ¡TUVE EL MEJOR SEXO DE MI VIDA! El que más recuerdo, el que más ame, el que deseo olvidar y el que odio a su vez.
Deje que otra persona me descubriera, y ella, hizo conmigo, como lo hacen las señoras al limpiar su hogar, yo era ese trapeador con el que limpiaba. Era usado, desgastado y tirado con el resto de las cosas que son desechadas. Fui discriminada por todos. Yo era como ese fino perfume Nª 5 de Channel, para pasar a ser una copia barata. Yo era la palabra “Glamour” ahora era lo contrario y sucio. Me convertí en algo completamente desconocido, deje de ser la sensación en las fiestas de blues y jazz, ahora solo existía ese bar de mala muerte, donde sirven tragos nocturnos y las mujeres hacían streep tease. Allí me encontraba yo, perdida en un rumbo diferente del que nunca debí haberme metido. Solo decía y me recibía con brazos abiertos: ¡Brithany Gardner, bienvenida a tu nuevo mundo!
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